
Image credit: Francisco García Tortosa taken by Miguel Giráldez under Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported license.
Traduciendo a Ulises
Según las palabras del catedrático, quien dio clases en la Universidad de Sevilla y en la Universidad de Santiago de Compostela entre otras, todo su grupo de investigación emprendió la tarea de traducción en un principio pero, tras un par de semanas, quedaron solo Venegas y él mismo. García Tortosa se tomó el tiempo de resaltar que los dos tradujeron la totalidad de Ulises por separado y luego confrontaron las versiones. Muchas discusiones surgieron a la hora de comparar las dos traducciones, un hecho que, según García Tortosa, enriqueció el resultado final. La mayoría de los desacuerdos se originaron como consecuencia de diferencias de interpretación, que luego se discutían y para acordar el camino a seguir.
La traducción de Ulises de Francisco García Tortosa y María Luisa Venegas fue publicada por la editorial Cátedra en 1999 y hoy es una de las traducciones más celebradas y populares de la obra. La traducción ya va por la novena edición, que significa un total de alrededor de 54.000 ejemplares vendidos.
Opiniones sobre Finnegas Wake
Dejando de lado a Ulises, el traductor pasó a referirse a otra de las obras de Joyce: Finnegas Wake. García Tortosa comentó que unos meses atrás, en Madrid, le preguntaron si recomendaría la lectura de esta obra. La respuesta del español fue un rotundo “no”, tras el cual explicó que cualquier persona que leyera Finnegas Wake corría el riesgo de pasar la mitad de su vida tratando de descifrarlo. Según García Tortosa, esto significa una gran pérdida de tiempo si se tiene en cuenta la cantidad de cosas que nos ofrece la vida. Sobre Finnegas Wake el traductor agregó que, al escribir esta obra, Joyce buscaba reflejar la vida tal y como es: una superposición de historias.
El proceso de traducción
Sobre el proceso de traducción, García Tortosa aclaró que su método se basa en descifrar el camino que eligió James Joyce originalmente para distorsionar la realidad y luego imitar esa distorsión en el idioma al que se está traduciendo. Si la distorsión original es de tipo filológica o histórica, esto debe ser transmitido en la versión traducida también, lo cual se convierte en un proceso muy complejo, según admitió el traductor.